lunes, 16 de mayo de 2011

La ida y venida de Fernand Fernand

Feernand, primo de Fernand, no conocía a su primo Fernand. Sin embargo, Fernand, por su parte, sabía de la existencia de su primo Feernand.
Esa mañana de lunes, después de un frugal desayuno a base de copos de avena y leche semidesnatada, Fernand salió al patio para cambiar el agua del pájaro. No sabía si el pájaro estaría ahí; era un pájaro.
Luego se fue a la gasolinera donde Mihuel trabajaba por las mañanas.



-Buenos días.
-Hola Mihuel. Lléname el bidón.
-Hoy tendré que cobrarte el servicio, Fernand.
-¿Qué servicio? ¿Qué dices, Mihuel?
-El boss, tío.
-¿Pero de qué coño estás hablando, Mihuel? ¿Qué es lo que ocurre?
-El boss me lo ha dicho, tío. Tengo que cobrarte el servicio. No podemos hacer como que no pasa nada.
Fernand entró en la tienda autoservicio. Caminó entre los estantes de dulces y aperitivos salados. Se respaldó contra la nevera y pensó en sus opciones:
1) Pago el servicio.
2) Voy a otra gasolinera.
3) Hago una llamada.
Mihuel comprobó si tenía bastante cambio para los clientes que esperaba durante el día. Era una vía muy transitada. Revisó su riñonera. Ese día llevaba demasiado dinero encima. Una cantidad obscena. Su riñonera contenía 35.000 euros. Se debió descontar la noche anterior.
Fernand salió de la tienda bastante enfadado y con varios paquetes de donettes en las manos. En los bolsillos llevaba unas latas. De berberechos.
-Mira Mihuel, no quiero tu gasolina. Estoy bastante cansado de todo esto. Vengo todos los días. Soy un cliente habitual. Me merezco algo más que esto.
-Lo siento Fernand, órdenes del boss.
-De acuerdo. ¿Qué te debo por todo esto?
-¿Te refieres a los donettes?
-Sí.
-¿Y lo que llevas en los bolsillos?
-Nunca te he dicho que no habría secretos entre nosotros.
-Vale.
-Pues de acuerdo.
Fernand le arrojó un billete y unas monedas. Lo suficiente.
-El boss me ha dicho que te cobre el servicio.
-Sea lo que sea, Mihuel, creo que con esto es suficiente.
-El boss no piensa lo mismo. Y no está de humor, Fernand, te lo aseguro.
Fernand no daba crédito a lo que estaba oyendo. Mihuel, impasible, contaba el primer cobro del día. Sólo atendía a sus manos.
-Al menos me dejarás hacer una llamada… Si no le importa al boss, claro…
-Fernand, somos amigos… ¿no?
-Supongo…
Fernand entró en la garita, descolgó el teléfono.
“¿Ahora qué? ¿Cómo salgo de ésta? ¡A la mierda! Tres cuatro cuatro cinco nueve dos seis cero cinco”.

***

-¿Diga?
-
-¿Diga?
-Hola…
-¿Quién es?
-Soy Fernand. Del valle
-Creo que se equivoca, amigo.
-¡No, por favor, espere, no cuelgue! Estoy buscando a alguien.
-Pues se ha equivocado de número.
-¿Está seguro? ¿Seguro?
-¿Con quién hablo?
-Fernand. Del valle.
-De acuerdo, Fernand. Del valle. ¿A quién está buscando?
-No busco a nadie. Busco ayuda.
-¿Cuál es el problema?
-El boss.
-
-Mi amigo Mihuel está intransigente. Dice que el boss…
-No me digas más, amigo. Dame diez minutos. Aguanta.

Fernand colgó. Mordisqueó un donette nevado. Abrió una lata de berberechos. No le apetecía. La tiró a la basura. La basura estaba un poco lejos y no acertó. Habían transcurrido cinco segundos. El tiempo pasaba despacio en la gasolinera de Mihuel.
Diez minutos después, el seat córdoba de Feernand se detenía ante el surtidor número 3. Del vehículo salió un hombre de dos metros quince, sin brazo izquierdo y con camiseta de Los Ángeles Lakers que, al ser de tirantes, dejaba al descubierto el muñón redondito.
-¿Quién me ha llamado?
-¿Quién eres? -preguntó Mihuel.
-¿Ya no existe el respeto en esta región? Soy un señor sin brazo.
Fernand emergió de la garita.
-Te he llamado yo.
A pesar de su diferencia de estatura, Fernand y Feernand presentaban unas similitudes físicas evidentes.
-¿Quién eres?  
-Soy Fernand. Del valle.
-Así que tú eres el tal Fernand. Del valle.
-Sí.
-Yo soy Feernand. De la loma.
-Lo sé.
-¿Cómo es posible?
-Tu abuela era mi abuela.
-¿Cómo es eso posible?
-Tu madre era hermana de mi madre.
-¿Estás hablando de incesto?
-No te equivoques, Feernand. No hay incesto alguno en este asunto.
-Y entonces, ¿cuál es el problema? ¿Para qué me molestáis a estas horas? He conducido con un solo brazo desde la loma.
-Has tardado diez minutos.
-La loma está cerca.

Mihuel estaba temblando. Las monedas tintineaban a la altura de su cadera.
-El boss lo ha dejado muy claro. Hay que pagar el servicio.

Feernand miró a su primo sin saber que era su primo. Fernand dijo:
-Feernand, eres mi primo. ¿Vas a dejar que el boss se salga con la suya? Somos familia, Feernand, por el amor de Dios. Somos familia. 
-¿Tienes algún apego a este hombre, Fernand?
-Por el amor de Dios, Feernand. Estamos hablando de temas de familia. Acaba con él.

Feernand levantó su muñón para coger impulso con su brazo bueno -su único brazo, en realidad-, en la mano del cual albergaba una grapadora muy pesada. Del tipo industrial. De un certero golpe en la cabeza sólo consiguió insertarle una grapa justo debajo del ojo, rompiéndole el pómulo. Mihuel mostraba más entereza de la que era de esperar, y apenas se tambaleó hasta que encontró el apoyo del surtidor número 4.
Feernand miró a Fernand a los ojos, le preguntó si confiaba en él y lo agarró de la mano. Cogió carrerilla y tras tres vueltas de impulso se abalanzó con su muñón sobre un Mihuel aturdido y debilitado por la grapa. El golpe secreto tampoco resultó fatal.
-De acuerdo, Mihuel. ¿Qué dice el boss ahora?
-…Tenéis que pagar el servicio…
-Muy bien Mihuel. Quizá seas el empleado del mes, pero hoy se acaba el mes.
-El boss está en todas partes, amigos. Os está viendo ahora mismo. Aunque yo desaparezca, no os libraréis de pagar el servicio.
Fernand se encaramó a lomos de Feernand. Actuaron como un solo hombre. La llamada de la sangre. Fernand se impulsó hacia delante. Feernand se impulsó hacia atrás. Y de la fuerza centrífuga resultó un aro de fuego divino, de una temperatura muy alta.
El aro envolvió a Mihuel quien, anticipando los tormentos del infierno, se retorció hasta quedar reducido a un amasijo de hierros, mostrando su verdadera naturaleza: un robot.
-Mi único amigo -dijo Fernand Fernand.
-Y era un robot -susurró Feernand.
-Malditos robots. ¿Es un pájaro realmente un pájaro?

7 comentarios:

E.S.F.I.N.T.E.R. (escuadrón seguidor fiel INTER-nacional) dijo...

Mihuel és un esquirol.

Rinconcete y Cortadillo dijo...

Fernand apesta a perroflauta mojado

Iñigo de Valdecotos Hernán y Zalabedra (crítico musical y mejor persona) dijo...

Dónde está situada la gasolinería (gasolinera para los de apie)??
Arkansas? Torremolinos? Junto al lago Baikal?
Si su riñonera contenía 35.000€, deduzco que la gasolinería se halla dentro de la zona euro; Portugal o Rumania... Necesito saber dónde está la gasolinería.

La historieta que nos contais, tiene moraleja? hay que leer entre lineas? Contiene letra pequeña?? ehh?? eehh??

Sinverguenzas

Potasa dijo...

Siempre hay que pagar el servicio. En este caso Fernand es un maleducado prepotente.

Mihuel, hace bien en cumplir las ordenes de boss. El boss está en todas partes.

IN BOSS WE TRUST
TRES HURRAS PARA BOSS
BOSS, TE QUEREMOS
BOSS, NUESTRO PEQUEÑO GRAN CAMPEÓN

Wolfgang dijo...

Queremos nuevas encuestas, ya!

Robot dijo...

Esto es apologia a la violencia robotil!! Que les hemos hecho los robots? Les ayudamos, les levantamos cosas que les aplastarian, les iluminamos el camino cuando no ven un pijo... Malditos humanos... Y recuerden, el 22-M voten a Lapino y Canardo para su ayuntamiento!!

Elena Nito Del Bosque dijo...

Hallados cinco horangutanes muertos en Siberia... ¿Qué decis ahora profesores lapinos y canardos?